Diseño Audiovisual I

Empecé la carrera con una gran tensión interna. Mi intento fallido de estudiar música culminó rápidamente, debido en gran parte a mis problemas auditivos y al hecho de que, por ende, no pude tocar más la batería, a la cual le dediqué mas de siete años de intenso aprendizaje. De alguna manera, empezar esta carrera al mismo tiempo era terminar toda una etapa de dudas e incertidumbres, pero ellas seguían dando de qué hablar y ponían un gran signo de interrogación al año entrante. En fin, la decisión estaba tomada y el CBC estaba terminado. Había que darle para adelante y la primera a cursar era DAV I. El primer trabajo me tranquilizó mucho en ese aspecto. La propuesta me parecía muy interesante y me motivó para profundizar en temas fotográficos, sobre todo en cuanto a encuadres, colores, texturas, etc. Sin embargo, confieso que no sabía lo que buscaba. El espacio me encantaba, me sentía cómodo sacando fotos ahí, sin nadie alrededor, me transmitía gran soledad, pero no una soledad deprimente, sino aquella que incentiva el recuerdo. Quizás inconscientemente quise transmitir eso. Como decía Fede (nuestro profesor en esa instancia), el registro hacía pensar en lo viejo, lo oxidado, lo enterrado, el hecho de volver a donde uno estuvo hace mucho tiempo y donde quizás hubo cierta historia. Un poco pensé en eso cuando filmé a mi viejo para la última grabación del último trabajo (donde falseamos el espacio de San Pedro yendo a la estación), me di cuenta que es posible que haya tenido razón.
Nunca consideré que el segundo trabajo estuviese terminado. Todo el tiempo sentí que había quedado recién en la intro, que no había podido mostrar nada sustancial de Martina. Me encantaba la idea de hacer un retrato, pero quizás por mi delirio de jugar con las formas me desvié tanto que ella terminó quedando fuera de cuadro y luego era muy tarde para volver a empezar. La idea que yo tenía me parecía muy interesante, pero no encontraba la forma de llevarla a la imagen (y por esto tenía constantes choques con Dafne), de jugar con el movimiento dentro de cuadro, sobre todo por mi total desconocimiento de temas de edición (programas, efectos, toda la bola), entre otras cosas. De todas formas rescato que a partir de ahí comencé a entender por un lado la importancia de la edición, lo que me incentivó para al menos aprender lo básico en ese aspecto; y por otro lado el tema de la mirada hacia una persona desde una cámara y la cantidad de elementos que influyen para elegir los pequeños detalles que uno quiere que se noten.
El tercer trabajo lo empecé muy motivado, pero lamentablemente dentro del grupo había constantes choques, hasta el punto donde lo único que quería era que terminara el trabajo para poder abrirme. Hubo cerca de mil ideas distintas que consideramos pero surgidas casi al voleo, como por descarte. La situación propuesta me resultaba relativamente interesante, pero a la hora de filmarla sinceramente no tenía ganas. Me resultaba una molestia. Recuerdo que Dafne en la instancia del retrato (la clase previa a la entrega) dijo: "Si en algún momento te resulta un bajón hacer un trabajo para audiovisual, entonces estás al horno"; pues en ese punto me empecé a sentir realmente al horno dentro de la materia. Sin embargo, me sorprendió el impacto que tuvo el corto dentro de la cátedra, fue algo que no me esperaba.
En la rotoscopía estuve bastante desaparecido, debido a un laburo que había enganchado en ese momento y que me consumía literalmente todo el tiempo. Pero igualmente me interesaba experimentar el tema de intervenir los fotogramas, de ir a la médula espinal de la ilusión de movimiento y trabajarla mediante diversas técnicas, con Juani coincidiamos muchísimo en la edición y me encantaba ver como se podían unir elementos totalmente distintos en una misma secuencia a partir de su intervención. Si bien fue un trabajo que no aprobé, curiosamente me gustó mucho el resultado final.
La transposición fue un trabajo que para mí marcó un antes y un después en la cursada. Con un grupo nuevo y gran interés por los autores elegidos, sobre todo por Bacon, nos abocamos a encontrar la mejor manera de tomar un pedazo de sus obras y crear un audiovisual a partir del mismo. Hubo millones de discusiones, pero la intención era distinta. Realmente nos importaba crear una idea que los representara y que además fuera filmada de una manera interesante, intentando que todos los encuadres remitieran de alguna forma tanto a la forma trozada de pintar de Bacon y al clima que este le daba a sus obras, como al tratamiento de los personajes de Hemingay, donde el orgullo siempre quedaba extremadamente marcado. Con Santiago y Martina había gran comunicación, disfruté mucho trabajando con ellos. Sentí que ponía a prueba en gran medida mis aptitudes para lo audiovisual, participando activamente tanto en el guión técnico, la filmación, la conformación de los planos, el modo de llegarle al actor, organizar el rodaje, el montaje, las idas y vueltas con la idea, etc.
En cuanto a San Pedro, medio por el agotamiento del trabajo anterior y del año en sí, estuve un poco en piloto automático; pero con el grupo teníamos una idea clara: el tema de falsear la realidad, la creación de una mentira. Nos dimos cuenta que era algo que iba de la mano con todo lo que concierne a lo audiovisual, ya que allí uno siempre está realizando ficción y por esto se podía crear una analogía bastante interesante. No estoy seguro acerca de si realmente se nota en el resultado final, pero bueno, la intención era esa.
Luego de todo este gran chorizón que no se cuantos habrán dejado en el camino, sólo me resta decir que gran parte de las dudas de las que hablaba al principio, si bien no desaparecieron del todo, se callaron un rato y creo que esta materia junto con otras búsquedas externas dentro de lo audiovisual contribuyeron en gran medida a eso.

SalutoS!